La colisión entre dos estrellas de neutrones, detectada el pasado 17 de agosto, ha obtenido el reconocimiento de las revistas Science, Science News y Physics World como el avance científico más importante del año 2017. El descubrimiento abrió una nueva era de la astronomía, ya que por primera vez en la historia se combinaron en una misma observación ondas gravitacionales y electromagnéticas. Además, la detección del choque de las dos estrellas permitió demostrar la existencia de las kilonovas, un fenómeno predicho hace más de tres décadas, y aportó nuevas respuestas sobre la naturaleza del propio Universo.
Fueron las ondas gravitacionales, captadas por los detectores de LIGO –en Hanford y Livingston (Estados Unidos)– y Virgo –cerca de Pisa (Italia)–, las que alertaron a los astrónomos de que se avecinaba algo grande. Las ondulaciones del espacio-tiempo fueron las primeras en llegar a la Tierra desde una distancia de 130 millones de años luz. Dos segundos más tarde, un estallido de rayos gamma alcanzó los telescopios Fermi e Integral. Horas después, más de 70 telescopios apuntaron al origen de la explosión, cerca de la galaxia NGC 4993, y captaron una violenta explosión en todo el espectro electromagnético.
Las observaciones han arrojado pistas importantes sobre cómo los elementos pesados, como el oro, se producen en el universo. La capacidad de medir tanto las ondas gravitatorias como la luz visible de las fusiones de estrellas de neutrones también ha dado una forma nueva e independiente de medir la tasa de expansión del universo.
El reconocimiento ha sido concedido a los miles de científicos trabajando en aproximadamente 50 colaboraciones alrededor del mundo, entre las cuales, se encuentra el Grupo de Relatividad de la UIB.
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